1 oct 2006


Grandes reflexiones de ayer y hoy presenta...

Cine de ¿autor?


(I) El prestigio cinematográfico europeo

La maquinaria norteamericana deja a Europa un poco al margen de los grandes circuitos comerciales. Sin su estructura, es imposible competir con el cine de Hollywood. En Europa, la producción es menos masiva que en EE.UU. y supone un trabajo más personalizado. La fragmentación del mercado europeo, las diversas nacionalidades, han dado lugar a una escasa industrialización del cine, por lo que, se ha podido partir desde un punto de vista más personal, más creativo, pero no por una superioridad cultural que no tienen lugar, sino porque no se poseen las estructuras antedichas. A todos los directores europeos les gustaría que existiera algo así por aquí. Además EE.UU. ha sido capaz de hacer universal un imaginario con el que gran parte de la población mundial si bien no se identifica plenamente, sí que no le resulta en absoluto ajeno. Las distancias cognitivas, en este caso, se hacen más pequeñas, lo que favorece la exportación de sus productos.

En Europa, los cineastas suelen quedar fuera del reparto del pastel americano, pero a cambio ganan cierta autonomía y control sobre sus películas, y por eso se puede hablar más de cine de autor. Aunque no hay que engañarse, la genialidad cinematográfica es, en ambos casos, simplemente un desliz, una licencia, entre tanta producción absolutamente mercantilizada y tutelada. Además, en Europa, nos hemos acostumbrado también a las formas de hacer en EE.UU. Existen estrategias parecidas, géneros, clichés, que hacen que en muchas ocasiones se esté en las mismas condiciones, pero sin las grandes ventajas de la industria americana.

El autor (II)

En un contexto de comunicación de masas, el concepto de autor suele aplicar en aquellas parcelas de la cultura industrializada que están más identificadas con el arte. Así, el concepto de autor nace en el Renacimiento y se consolida durante la Ilustración, como definición de la personalidad individual, creadora, autónoma, libre que ejecuta una obra de arte con fines estéticos. Esta individualidad, esa libertad ya en el Romanticismo hace pensar en que el autor es un genio, que hace tangible la belleza. Pero el arte no nace con esa concepción, sino que se hallaba destinado a cumplir una función específica, relacionado con lo ideológico o económico.

El autor nunca realiza sus proyectos de manera absolutamente autónoma. Todos, como en la vida, están insertos dentro de una determinada escala de valores, de unas formas de vidas, de una forma de pensamiento imperante, con convencionalismos estéticos. El artista rara vez suele escapar al influjo de alguien que haga de su obra un valor, un comerciante, llamémosle, o como diría Pierre Bourdieu, "creador del creador". Esto es así porque la creación original debe posteriormente insertarse en un proceso no personal, de conjunto, que hace que pueda llegar a un receptor (o varios, o varios miles).

Como decimos, en un contexto de comunicación de masas, de industrialización de la cultura, se vuelve a una concepción premoderna del arte y del autor. Toda obra artística lleva consigo unos intereses determinados, no es un elemento estético puro, destinado al goce por el goce: es una mercancía. El autor, hoy en día, se asemeja al artesano, quien lleva a cabo un trabajo por encargo.

Esto no hay que verlo como una reducción de la calidad en el arte, ni una disminución del goce estético. Más bien, hay que comprender los cambios como transformación de los modos de percibir el arte.

Dirigido por... (III)

En el cine, el director suele ser identificado como el autor, pasando por encima de la consideración de una película como un producto colectivo. El director responde del ámbito estético del filme, aunque su trabajo se desenvuelva en el contexto de un proceso de producción con unas fronteras perfectamente delimitadas. Así, durante mucho tiempo, esto pasa inadvertido para el público, que identifica las películas con los actores que ven en ella. El autor, dentro de este entramado, como concepto moderno, está relegado a la marginalidad.

Es la revista "Cahiers du Cinéma" la que reivindica al director como autor de una película, basándose en las experiencias cinematográficas europeas, en una curiosa vuelta de hoja por cuanto las vanguardias artísticas rechazaban la figura del autor, lo sacro del objeto artístico, cosas que ahora se reivindicaba para el cine.

Esta nueva corriente reclamaba precisamente el trabajo de los directores dentro del este sistema industrializado de la cultura. A partir de ahora, las películas de Hollywood no sólo serán vistas como una mera mercancía dirigida al entretenimiento y al consumo, sino que serán valoradas en tanto objetos estéticos. Y esto va más allá de lo evidente; con ello, lo que se hace es explorar las oportunidades que las nuevas formas de industrialización de la cultura ofrecen.

Gilgamesh's road movie

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