26 ene 2006




La Eneida: un clásico de los de verdad

Si de verdad esto consiste en la reseña de un libro clásico, hay que aclarar que entiendo como clásico una obra que pertenezca a la amplísima literatura de la Grecia y Roma de la Antigüedad, cuyos legados son la base, en el amplio sentido del término, de la actual civilización que nos ha tocado vivir.

La Eneida es un grandioso poema al que su autor dedicó los diez últimos años de su vida. Éste es Publio Virgilio Marón, que pasó a la posteridad como Virgilio y que nació en Andes, una aldea cercana a Mantua, en el norte de la península Itálica a fecha de 15 de octubre del año 70 antes de Cristo. En esta época, Craso y Pompeyo desempeñaban en Roma su primer consulado. Diez años más tarde conformarían el triunvirato junto a Cayo Julio César.

Este contexto político viene muy al caso ya que la Eneida es una recreación literaria de la poesía épica de Homero que tiene como fin cantar las excelencias del primer emperador romano de la Historia, Augusto, que se propuso la tarea de la reconstrucción nacional tras su triunfo sobre Antonio.
De Virgilio sabemos, además de lo apuntado anteriormente, que su padre era un eques terrateniente lo bastante rico como para preocuparse de que su hijo recibiera la mejor educación posible. La vida de Virgilio sigue paso a paso los 40 años de agonía del sistema republicano, hasta el triunfo de Augusto.

Con diez o doce años se trasladó a Cremona para comenzar sus estudios, donde entra en contacto con el mundo de la literatura más refinada de su tiempo. Recibió la toga viril en el año 55 y se trasladó desde Cremona a Milán, y de allí a Roma, donde debió instalarse en el año 54. Su intención era la de estudiar retórica y frecuentó las lecciones de Epidio, quien fue también maestro de Antonio y Octaviano, el futuro Augusto. Debía estar Virgilio en Roma el año 49 a.C. cuando estalló la guerra civil entre Pompeyo y César. En torno al año 41 a.C. se instaló definitivamente en Nápoles y cada vez se hicieron más raros sus viajes a la capital del Imperio.
Tras la muerte de Julio César en el 44, un Segundo triunvirato formado por Lépido, Marco Antonio y Octaviano toma el poder a finales del 43.

En esta época, Virgilio escribe sus Bucólicas, que obtuvieron un gran éxito, siendo adaptada por mimos para la escena. A raíz de este éxito, Mecenas puso a Virgilio en contacto con Octaviano, arrebatándoselo al círculo de Polión, amigo y aliado de Marco Antonio.
Mecenas era un eques de ascendencia etrusca, con gran tacto y visión política y su influencia fue decisiva en la Roma de Octaviano: supo rodearse de un círculo de poetas, que a cambio de su amistad y protección, realizaron toda una campaña en favor de los intereses del futuro princeps. En el año 37 a.C. Virgilio empezó a escribir, animado por Mecenas, sus Geórgicas, cuatro libros de poesía didáctica relacionada con la vida en el campo en las los que empleó siete años que fue leído en una sesión ininterrumpida de cuatro días a Octaviano tras su regreso de Oriente en el año 29 a.C. A continuación, el propio Mecenas intentó que Virgilio diera un salto cualitativo, para cantar las glorias del que a poco se iba a llamar Augusto. Mientras éste se encontraba en Hispania en la campaña contra los cántabros, le pedía por medio de una serie de epístolas que Virgilio le adelantase algo de aquella magna obra. Más tarde, Virgilio pudo satisfacer la curiosidad de Augusto, presentándole en una lectura pública los libros II, IV y VI.

Se cuenta que la hermana de Augusto, Octavia, perdió el conocimiento al escuchar el panegírico de su hijo Marcelo en el libro IV (en la foto). El propio princeps debió estremecerse ante la mención de su sobrino, el joven al que ya había elegido como heredero y que acababa de fallecer. En el año 19 a.C. Virgilio había acabado provisionalmente su trabajo en doce libros, pero se había propuesto pulirlo visitando los lugares de los que tanto hablaban sus propios personajes, y antes de partir a Grecia, debido a su precaria salud, confió su Eneida a dos buenos amigos, que tenían orden de quemar el manuscrito inacabado si él moría. El terrible momento le llegó al gran Virgilio el 20 de septiembre del 19 a.C. Augusto evitó que se cumpliera ese último deseo y ordenó a esos dos amigos que publicaran el manuscrito sin cambiar una sola letra.

Y así, con sus versos incompletos nos ha llegado la Eneida a los herederos culturales de la Civilización Romana en particular, y a la Humanidad en general.
La Eneida está compuesta de 12 libros de longitud desigual, escrita en versos hexámetros dáctilos en su mayoría. Virgilio eligió como argumento definitivo para su poema épico los viajes de Eneas, de Troya a tierras del Lacio y sus guerras en Italia hasta su definitivo asentamiento. En realidad se trataba del primer capítulo de la historia de Roma que iba a culminar en la persona de Augusto, descendiente familiar y político del héroe troyano. La Eneida es una recreación literaria de la poesía épica que venía de Homero y no un simple plagio. Ese material era acervo común de todos los poetas, y Virgilio debía crear con él su propio mundo. En la literatura clásica, la tradición es fuente de originalidad y era obligado beber en ella. Como dijo Gaudí: "la originalidad es volver al origen".

Las conclusiones que podemos extraer del libro son muchas, ya que, como dijimos anteriormente, esta obra es una de las fundamentales de la cultura occidental, es decir, un clásico de los de verdad. Aparte de ser un estupendo y maravilloso manual de mitología, la Eneida es, para los verdaderos aficionados a la lectura, una sublime maravilla, más aun si se ha tenido la inmensa fortuna de traducir libros enteros de esta misma obra. El uso magistral del hexámetro dáctilo más clásico nos recuerda al viejo Homero cantando su Ilíada y su Odisea. Podemos afirmar sin ningún temor a equivocarnos que los libros más celebrados de la Eneida son el II, IV, VI y por supuesto el XII. Sería muy largo de contar el argumento de esta obra magna de todos los tiempos. Casi mejor que animo a la lectura a todos aquellos que tuvieren la oportunidad de leer este reseña, que en su afán de rigurosidad, se ha empeñado en llamar la atención en favor del auténtico libro clásico de Grecia y Roma. Podríamos haber elegido la Metamorfosis de Ovidio, la Odisea de Homero o Edipo rey de Sófocles.

La literatura de hoy se ha convertido en algo banal y hay quien trata de ser original, paradójicamente, olvidándose del origen. Pues bien; Grecia y Roma son el origen de lo que llamamos cultural occidental y a ellos nos debemos. Otra cosa sería renegar plenamente de la propia ascendencia. Y eso, nunca se debe olvidar. Nunca.

16 ene 2006

La Ley AntiTabaco... reload...

1. La venta y suministro al por menor de productos
del tabaco sólo podrá realizarse en la red de expendedurías
de tabaco y timbre o a través de máquinas expendedoras,
ubicadas en establecimientos que cuenten con las
autorizaciones administrativas oportunas, para la venta
mediante máquinas, y queda expresamente prohibido en
cualquier otro lugar o medio.
2. Se prohíbe vender o entregar a personas menores
de dieciocho años productos del tabaco, así como cualquier
otro producto que le imite e induzca a fumar. En
particular, se prohíbe la venta de dulces, refrigerios,
juguetes y otros objetos que tengan forma de productos
del tabaco y puedan resultar atractivos para los menores.
Igualmente, se prohíbe la venta de tabaco por personas
menores de dieciocho años.

15 ene 2006


Escape del Paraíso

Las negras aspiraciones de Asenjo le condujeron al espacio remoto, donde mandaba un jefe de prisión incorruptible. Cómo había llegado hasta allí era fácil de contar pero difícil de entender. Se negaba a sí mismo cual Pedro egoísta, pues los largos años vividos en aquella playa desierta le habián hecho reflexionar sobre su propia persona, es decir, se conoció en la situación límite a la que todo hombre debería tener derecho para saber lo que es realmente, saber de la pasta de que está hecho. Esa solitaria y lejana playa, en el espacio y en el tiempo se extendía por su memoria, pájaro siempre alerta desde la traición. Asenjo siempre fue un conspirador y él sabía de sus anteriores traiciones a algunos de sus compañeros de trabajo. Pero Xavi creía que no iba a ser engañado por aquel vil conspirador, que le iba a demostrar al bastardo de Asenjo su inteligencia.
El robo de aquel banco supuso su inmersión en un mundo de tinieblas inalcanzables, desde donde se podía ver con claridad el otro mundo. Dicen que desde fuera las cosas se ven mucho más claras; y puede que sea cierto pero Xavi al principio no se daba cuenta del hecho de que su vida había cambiado para mejor. Llegaron esos años de exilio forzado, de huida de la justicia terrenal, pues la otra, no sabemos si divina, estaba aun por llegar.
Allí, lejos de todo y de todos, en esa playa del edén, en el Pacífico, en donde se había refugiado, reinaba la paz absoluta sólo interrumpida por la fuerza de los elementos de la Naturaleza, pero ¿no es tal un estado de armonía y equilibrio?. Retirado, comprendió por primera vez que había despertado a una nueva vida, cuyos horizontes eran más amplios, su vista y su mente eran ahora enormes. Nunca pudo ver como entonces con tanta claridad. Y tuvo una experiencia maravillosa: buscando un día su habitual comida, se golpeó en la cabeza al caerse de un árbol y perdió por completo la memoria. Era un volver a nacer, una segunda oportunidad, que Xavi aprovechó en su beneficio aunque al principio, claro, no se percataba de ello.
La isla era ahora un verdadero edén, sin memoria, sin la fruta prohibida de la civilización; era la absoluta condescendencia entre la naturaleza y Xavi, convertido en un Adán de los nuevos tiempos, aunque para él, el tiempo no existía, vivía en un eterno y feliz presente. Pero, poco a poco, la naturaleza del hombre, como siempre, curiosa, empezó a mirar dentro de sí mismo y se fue descubriendo, y fue recuperando la memoria. La fruta le había sido mostrada y Xavi la mordió, por lo que fue expulsado de aquel paraíso por su propio subconsciente y condenado por esa otra justicia a la que no todos tienen acceso.
Xavi, por fin, recordó e intentó volver a su tierra, donde lo esperaban las cadenas de la justicia de los hombres. Volvía pues a los dominios del jefe incorruptible y fue encerrado en una oscura celda de cierta prisión al norte del país, junto a la costa. Cada noche, Xavi escucha el romper de las olas desde su celda y recuerda la vez que fue el primer hombre sobre la tierra. Cada noche le da las gracias al traidor Asenjo y a su infiel esposa, asesinada por él antes de marchar hacia los mares australes del Pacífico. Xavi ahora es consciente de la condenación eterna de la memoria de los hombres que es a lo que él pertenece y es feliz teniendo ese conocimento.

9 ene 2006


Miliki conchabado con Renault
le hace la guerra sucia a Alonso


Una cosa cachondísima que me encontré el otro día. Puede que algunos ya lo hayan visto, pero es flipante lo aburrío que está el personal...
Miliki tiene un contrato secreto con Renault y éstos, al ver que Alonso se larga con McLaren, le encargan una canción secreta contra el ídolo asturiano...
Al loro
Los de Chandalismo son muy auténticos. Currelas del diseño o del disueño. A ver si un día me animo y hago algo análogo pero con mi profesión, que tampoco difiere mucho y en algo la toca.
La fuente es http://www.chandalismo.com/

Por cierto, sigo invitando a leer y participar en Lepe On Line

4 ene 2006

Dedicado a los foreros de LepeOnLine

Confiar

El instante en el que decidió ponerse a escribir la carta a Sara estaba un poco borracho. Es complicado encontrar la frase ideal con la que encabezar una carta, más si durante todo el día Tomás se había bebido unos litros de cerveza importada. Era, como siempre, de noche. Tomás tenía una íntima relación con la noche, se podría decir que era un animal nocturno más, un búho real a escala humana, cuyo hábitat era la ciudad.

En el piélago de estrellas del cielo malagueño se dibujaban las fantasías secretas de una persona que sobrevivía a su propio afán autodestructivo. Las cosas no habían sido fáciles nunca para Sara. La vida, como se suele decir, no la había tratado bien. Sólo un puñado de recuerdos y una esperanza tan grande como un planeta eran las cadenas invisibles que la ataban a la existencia. Sara tenía tres hermanos, chavales de barrio que se dedicaban a ratear para poder malvivir.

Apenas se sostenía sobre sus piernas. La intrincada conjura a la que estaban sometidos Juan, Rafael y Luciano les atrapaba y cuanto más se esforzaban por zafarse más enredados quedaban. A merced de sus propios pensamientos, soportaban la carga de unos hechos que les inculpaban en un asesinato. Juan intentaba conseguir una vía de escape, la coartada que les salvara de aquello.

En su voz sólo se podía oír un nombre repetido hasta el infinito. Tomás, sentado frente a su escritorio, con un papel en blanco ante sus narices, era incapaz de confesarle a Sara lo que había ocurrido, de contarle aquello que desde hace unas semanas le quería decir. No sabía ni cómo empezar.

Rafael estaba visiblemente nervioso. Tenía que ser una trampa. Pero, ¿quién pudo haber sido?. Muchas pistas que seguir, cabos sueltos al viento de aquella madrugada. Acababan de encontrar el cadáver que buscaba la policía desde el martes pasado.

La primera hija de aquella vieja gloria, huérfana desde los quince años, estaba estirada sobre su cama, mirando hacia la ventana del minúsculo cuarto que poseían ella y sus hermanos, en una fonda inmunda de mil pesetas la noche. Pensaba constantemente en Tomás, en el amor que le profesa, con fe casi ciega. Hace una semana que no sabe nada de Tomás. La pelea fue muy dura.

Aunque se empeñaba en negarlo, Tomás sabía que tenía un problema con las drogas. Sabía que Sara no soportaba eso. Y esos hermanos... ¡Qué sabrán ellos! ¡Malditos rateros de mierda! Si no existieran...

Las palabras precisas con que siempre se expresaba Sara eran un cúmulo de sabiduría secreta para sus tres hermanos, que siempre le agradecían como podían todo lo que ella había hecho por ellos.

Vivo con intensidad una mentira; me escondo, cobarde, tras besos que no son míos ni para mí. Imagino futuros que nunca tendrán lugar, esperando un rayo de luz en la noche más oscura, abrazado sin sentido a falsas esperanzas de alguien que ama pero no es amado. Soy incapaz de mirar a los ojos y mentir, como tal vez tú haces, y desperdicio las horas pensando en ti. Más arriba de un oscuro cielo, en la indefinición de lo que no es universo, fuera de toda existencia, del vacío irredimible de allende los límites busco aquello que quiero encontrar.

Y mucho tiempo después volvieron a reunirse todos, olvidando aquello que nunca debió suceder. Sara, Tomás, Juan, Rafael y Luciano olvidaban. Olvidaron, olvidados. Mañana sería otro día. Siempre lo es.