15 ene 2006


Escape del Paraíso

Las negras aspiraciones de Asenjo le condujeron al espacio remoto, donde mandaba un jefe de prisión incorruptible. Cómo había llegado hasta allí era fácil de contar pero difícil de entender. Se negaba a sí mismo cual Pedro egoísta, pues los largos años vividos en aquella playa desierta le habián hecho reflexionar sobre su propia persona, es decir, se conoció en la situación límite a la que todo hombre debería tener derecho para saber lo que es realmente, saber de la pasta de que está hecho. Esa solitaria y lejana playa, en el espacio y en el tiempo se extendía por su memoria, pájaro siempre alerta desde la traición. Asenjo siempre fue un conspirador y él sabía de sus anteriores traiciones a algunos de sus compañeros de trabajo. Pero Xavi creía que no iba a ser engañado por aquel vil conspirador, que le iba a demostrar al bastardo de Asenjo su inteligencia.
El robo de aquel banco supuso su inmersión en un mundo de tinieblas inalcanzables, desde donde se podía ver con claridad el otro mundo. Dicen que desde fuera las cosas se ven mucho más claras; y puede que sea cierto pero Xavi al principio no se daba cuenta del hecho de que su vida había cambiado para mejor. Llegaron esos años de exilio forzado, de huida de la justicia terrenal, pues la otra, no sabemos si divina, estaba aun por llegar.
Allí, lejos de todo y de todos, en esa playa del edén, en el Pacífico, en donde se había refugiado, reinaba la paz absoluta sólo interrumpida por la fuerza de los elementos de la Naturaleza, pero ¿no es tal un estado de armonía y equilibrio?. Retirado, comprendió por primera vez que había despertado a una nueva vida, cuyos horizontes eran más amplios, su vista y su mente eran ahora enormes. Nunca pudo ver como entonces con tanta claridad. Y tuvo una experiencia maravillosa: buscando un día su habitual comida, se golpeó en la cabeza al caerse de un árbol y perdió por completo la memoria. Era un volver a nacer, una segunda oportunidad, que Xavi aprovechó en su beneficio aunque al principio, claro, no se percataba de ello.
La isla era ahora un verdadero edén, sin memoria, sin la fruta prohibida de la civilización; era la absoluta condescendencia entre la naturaleza y Xavi, convertido en un Adán de los nuevos tiempos, aunque para él, el tiempo no existía, vivía en un eterno y feliz presente. Pero, poco a poco, la naturaleza del hombre, como siempre, curiosa, empezó a mirar dentro de sí mismo y se fue descubriendo, y fue recuperando la memoria. La fruta le había sido mostrada y Xavi la mordió, por lo que fue expulsado de aquel paraíso por su propio subconsciente y condenado por esa otra justicia a la que no todos tienen acceso.
Xavi, por fin, recordó e intentó volver a su tierra, donde lo esperaban las cadenas de la justicia de los hombres. Volvía pues a los dominios del jefe incorruptible y fue encerrado en una oscura celda de cierta prisión al norte del país, junto a la costa. Cada noche, Xavi escucha el romper de las olas desde su celda y recuerda la vez que fue el primer hombre sobre la tierra. Cada noche le da las gracias al traidor Asenjo y a su infiel esposa, asesinada por él antes de marchar hacia los mares australes del Pacífico. Xavi ahora es consciente de la condenación eterna de la memoria de los hombres que es a lo que él pertenece y es feliz teniendo ese conocimento.

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