30 dic 2006

2 días



Estoy tomando a pequeños sorbos los últimos momentos del año 2007. Muy pequeños. Hace tiempo, el vértigo de estar mira de estar mirando hacia el vacío que ocupa el espacio que va desde el final de la última hoja del calendario hasta el aturdimiento de algún que otro hemisferio de mi cerebro me hubiera dejado un poco más al sur de mi cuerpo, muy adentro de mi zona abdominal, otro vacío, mi mirada vacía, mi mirada mirando hacia ninguna parte.

Ahora no. Ya no. He descargado de símbolos las últimas horas de lo que damos en llamar el año, porque al cabo son eso, símbolos que nos recuerdan que ha pasado otro año; aunque otro año para el que nació un 31 de diciembre, no para mí. Es difícil abstraerse de la violencia de los símbolos cuando se comparten a tan gran escala, lo sé. Así que, para aquellos que hayan superado su etapa existencial, vaya este breve texto de despedida del año, porque al fin y al cabo estos momentos son como otros, indiferentes y anodinos, para quienes sean anodinos, o brillantes o felices o vaya usted a saber qué.

Nos vemos el año que viene. ¿Véis qué tontería? El año que viene será dentro de un par de días, una semana a más tardar.

Disfrutad pues de las noches que quedan por delante, que, aunque exenta de símbolos para mí, al menos quedarán para compartir con amigos, pareja y todo quisque con ganas de juerga. Salud, sexo, rocanrol y jazz para todos.
Gilgamesh' brave new world

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