19 abr 2007

El gris

A nadie le va a importar, ya sé, pero tiene su importancia; al menos, para mí la tiene. He decidido cambiar el aspecto del blog, pasar del verde al gris de un plumazo, sin previo aviso, pero con alguna concesión, mínima, a la antigua imagen verde de este pedazo de retazo de trozo de Red que ni siquiera es mío.

Tenía ganas de cambiar, de visualizar, hacer tangible-virtual aquello que quería, que me describe mejor, que responde a la inquietud de una necesidad casi innecesaria, pero necesidad al cabo. Paso del verde al gris del cielo gris. Paso del verde de una extensa pradera de las que ya van quedando pocas, y por estos lares casi ninguna, al gris de la plata vieja que se oxida en un cajón cualquiera.

Y tenía el impulso de hacerlo, la necesidad innecesaria irrefrenable que se apodera de mi mente de manera obsesiva, como aquellas veces, que van siendo las menos, en que las ganas de escribir y de contar una historia me desbordan por ambos flancos, me rebosa el pensamiento de pensamientos y me tira contra una pared en la que, indefectiblemente, me he de estrellar en el tiempo que va, casi un segundo, del éxito de la mente al fracaso de la materia, de aquello que quise escribir con la perfección de un alma en que no creo hecha jirones pero brillante, de aquello que, al final de la calle, del río, en la desembocadura de la muerte de las palabras, fue un quiso y no pudo, luego, no fue sin más.

Son maneras de cambiar, de cambiarte, de reciclarte o empeorarte. Son maneras y no lo son porque son formas, sólo formas, porque el fondo permanece, inmarcesible, alimentándose de lo nuevo que llega, de lo viejo que ha madurado, de lo que fermenta para hacer otra cosa y transformar el mismo fondo que lo acoge y que cambia con esas pequeñas cosas que te matan o te dan vida al mismo tiempo, porque, quieras que no, sobrevives o malvives, pero, prefijos aparte, vives, que no es poco, al igual que amanece todos los días, o el amanecer de hoy que es el primero del primer día del resto de tu vida. Sí: hablo del tiempo gris. Hablo de nubes negras casi grises; de días que son inconstantes y ni parecidos al anterior, por las muchas pequeñas cosas que se abren paso desde la forma hasta el fondo por el conducto de algún recuerdo, por tuberías laberínticas inextricables y sin sentido, pero que llegan y llegan, sabiendo si no el camino, sí el destino final de esa parcela de mente, de alma, de corazón, de espíritu o suerte. Llamémosle gris, como la palabra gris, simple y triste.

Gilgamesh on grease

2 comentarios:

Paleán dijo...

Tendré que reponerme.

Chito dijo...

Perfectamente podría decir: Se le fue la cordura a tomar café, al amigo Gilgamesh. Pero he de decir: Ante la visceralidad del texto, nos comió las visceras a todos como si en el verde nos hubiera ido la vida.
No me pidas que te lo explique, pero he compartido tu impulso por unos momentos leyendo.
Nos gusta este blog de barrio. No nos abandones mamón.

Chito

Pd.- Hablando de todo. Maria Dolores alcaldesa ya!! Viva la Uma Thurman Lepera.
Pd2.- Tarantino, menos cuarto de libra con queso y más jamón...
Pd3.- A la mierda...voy a ver Pulp Fiction con ocho cervezas en el estomago.
Pd4.- Ya se me fue a mi la cabeza...
Pd5.- Adios y muy buenas