Guardar la cola
No sé si sucede desde hace mucho tiempo o es que me estoy haciendo mayor; o más joven de espíritu o vaya usted a saber. Vivimos en un tiempo en que la falta de civismo en todos los aspectos sociales de esta vida es acuciante. Bueno, por no generalizar, asisto últimamente a demostraciones de grosería social y, contra lo que cabría pensar, quienes peor ejemplo dan son personas mayores, hechas y derechas, es decir, como decimos por aquí, con pelos en los huevo o su equivalente femenino...
Urbanidad, civismo, modales, buenas conductas parecen cosas del pasado, términos extraños, no sólo ya en tanto que términos, sino como mera acción o comportamiento, aunque sea en pequeñas dosis; casi no existe el mínimo común necesario para una convivencia respetuosa.
En el banco, por ejemplo. Se estila por estos lares, y me consta que por allende las fronteras de La Pendola también, no seamos pendolerocentristas, esperar turno con un papel en la mano que indica el orden, al modo del supermercado, su turno, qué le pongo, cuarto y mitad de chopped, y ni un por favor... Se supone que es la mejor de las maneras, toda vez que el banco ha desistido de ordenar los turnos por colas, porque la cosa acaba como acaba, de ordenar los turnos. Pues bien, en la mayor parte de los casos, señoronas con cara de avispadas, con más cara que espalda y culo, que ya es decir, se cuelan impunemente sin esperar turnos ni colas ni números ni la madre que las parió. Bueno, señora y señores con pinta de respetables hombres de negocios, sin duda mindundis de la apariencia, porque de otra manera estarían gestionando directamente con el director de la entidad, lo mismo y sin ir más lejos, esta mañana ocurrió eso mismo.
En la cola del supermercado, yo, que siempre me he ufanado de ser medianamente amable con viejecitas aparentemente desvalidas, dejo pasar si observo que quien está detrás de mí lleva menos cantidad de cosas que yo, por ejemplo. Lo que no soporto es a aquellos y aquellas que no piden ni permiso para pasar, como con cara de esfuerzo, se cuelan sin más y en cuanto pagan, échales un galgo.
Todo esto se repite a gran escala en todos los ámbitos y en todo lugar. Y si es verano, encima hay que aguantar a "lo mejor" de cada casa, de cada pueblo o ciudad no costera, dueños o arrendatarios de casitas en la playa, pues ya se pueden imaginar. Como no hay tontos en Lepe, que encima vengan de fuera a aumentar la cantidad de tontos que ya hay por metro cuadrado.
Papeles por el suelo arrojados un metro antes de llegar a la papelera, descortesías en pasos de cebra, coches parados en medio de la calle sin conductor, que se ha parado como quien no quiera la cosa a hacer un mandadito, choques en las puertas de lugares públicos y en pasos estrechos, donde no caben dos y uno tiene que pasar primero, como queriendo poner en duda empíricamente el principio de impenetrabilidad de los cuerpos... ¿Urbanidad? Suena a urbanismo, ¿no? Pues seguro que está corrupto, dirán. Y tanto. ¿Civismo? Suena a tendencia política: pues yo no entiendo de eso, que yo prefiero barrer la puerta de mi casa y tirar la mierda en la acera de la vecina. ¿Modales? ¿Pero eso no se daba en matemáticas en el colegio? En fin, idioma chino para mucha gente, al tiempo que vamos perdiendo, lenta pero de manera segura, toda reminiscencia de aquello que se llama civilización.
Gilgamesh's fury
1 comentario:
¿Canibalismo?
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