2 nov 2006

A pedradas



Inexplicablemente, a los niños de mi generación les gustaba jugar a tirarse piedras. Supongo que este juego es anterior a nosotros, pero aquí estoy para contar lo que nos sucedía a nosotros, los pendoleros. Por qué se producían estas auténticas guerras es algo que se me ha olvidado, pero recuerdo la formación de 2 bandos y, hala, a abrirse el cráneo alegremente.

Lo único claro es que se establecía un campo de batalla, que por lo general era la explanada de la vía del tren, que separaba La Pendola del otro barrio más al oeste de Lepe. Existían reglas, acaso como las que hoy se incumplen en las cruentas guerras del mundo. Todo el mundo lanzando piedras hacia el bando contrario; de repente, todos nos quedábamos sin munición y se proclamaba una tregua, siempre respetada, eso sí, de 5 minutos para abastecerse de proyectiles con los que seguir bombardeando al enemigo. La cosa se terminaba cuando a 2 ó 3 niños les empezaba a chorrear la sangre por el cuerpo. No recuerdo haber recibido pedrada alguna ni acertarle a un contrario, por lo que mi paso por las peleas a pedradas fue un tanto descafeinado, y menos mal.

A veces, la locura llegaba a tanto que hasta decidíamos enfrentarnos entre nosotros, a modo de preparación para la batalla; el escenario de nuestros "entrenamiento" era el campo del Escopetón, donde en su parte inferior estaba arrumbada cabina de un camión viejo que hacía las veces de cuartel general de operaciones.

Muchos de mis amigos de la infancia tienen todavía las cicatrices de alguna que otra certera pedrada. Hoy, no sé si decir que por fortuna, porque sabe dios el papel psicológico que desarrollaron estas guerras en nuestras infantiles mentes, ya no se ven bandadas de niños jugando a pegarse pedradas. Es más: es imposible ver pandillas grandes de niños haciendo de las suyas por las calles de La Pendola; desde luego no de niños de nuestra edad. Puede que sea un síntoma de lo mal que vamos, de la sobreprotección a la que someten los padres a sus hijos: y así nos va, así les irá a estos niños.

Desde luego que estas cosas no pasaban sólo en La Pendola, pero qué queréis que os cuente, si es que es mi barrio, lo que yo he vivido.

Gilgamesh Stoner

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Pero porque crees que siempre llevo pelo largo?. Cosas de Pendoleros y Habitantes de la estacion. Jeje

gilgamesh dijo...

AHHH, pues a mí no me puedes echar la culpa, porque como dije, nunca le di a nadie!

Anónimo dijo...

PO EN LA CALLE TRASPALACIOS SE TIRABAN GLOBOS DE AGUA, QUE SOMOS MAS CIVILIZADOS. JAJA

gilgamesh dijo...

Los globos de agua nos vinieron tarde... Una lástima, o si no, que le pregunten a quetemeto